jueves, 17 de abril de 2008

2ª parte: Encerrada (la habitación del pánico).


Nueve horas después de mandar aquel mail, me levanto y descubro que… estoy encerrada (esto tenía que pasarme algún día). Y no, no ha sido la policía ni los loqueros (ya no me dejo atrapar tan fácilmente); esta vez ha sido alguien de dentro. Estoy en mi casa, en mi habitación.

Qué barrabasada habrás cometido, pensaréis, que tus compañeros te castigan así, o tal vez sea que te tienen miedo (que también). Pero no… No ha sido mi puerta la culpable (recuerden, quité la llave ante la advertencia del casero). ¿Entonces?

Pues resulta (quienes hayáis estado en mi casa quizá lo recordéis) que hay un armario trastero en el pasillo de la planta media. Esta puerta hace “esquina” con la de mi habitación; no sé si me explico (pongo abajo la foto a ver si queda más claro), pero el caso es que alguien no ha cerrado bien la puerta del armario (que se usa de pascuas a ramos) con lo que mi puerta ahora no puede abrirse.


Se abre sólo una rendijita, por la que apenas cabe mi mano. Pruebo empujar en plan bestia, pero no funciona.

Al principio me hace gracia, pero luego me doy cuenta de la magnitud de la situación: ESTOY SOLA EN CASA, y nadie puede abrir mi puerta (bueno, cerrar la otra para que yo pueda abrir la mía). Llamo a mis compañeros de casa y los caseros, pero o bien no pueden venir, o bien no contestan a mis llamadas.

Por la rendija tiro al pasillo un avioncito de papel con una nota pidiendo auxilio, por si acaso alguien viene mientras estoy arriba y no me entero…




Continuará….

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