jueves, 17 de abril de 2008

1ª PARTE: señales del destino.

Cuando volví a Inglaterra tras mis vacaciones de Semana Santa, encontré que el casero había cambiado la puerta de mi habitación (como el resto de las de la casa, ahora es “a prueba de fuego”); en la cerradura estaba la nueva llave. Unos días más tarde, vino para seguir con sus reformas (nunca terminará) y me dijo que me había cambiado la puerta (como si fuese tonta, o tal vez por eso ¬¬) y que cogiera la nueva llave. Yo le expliqué que no utilizo la cerradura, nunca echo la llave en mi habitación, así que ahí seguía la llave. “Ya”, observó, “pero la llave está por fuera, alguien podría echarla y llevársela”. Yo lo consideré harto improbable, pero por seguirle el juego dije “incluso estando yo dentro! Podría quedarme encerrada! Jajaja!”, así que cogí la llave y la puse por dentro.

16 de abril: medianoche, aproximadamente. Tengo una amiga inglesa que no he visto desde antes de vacaciones, así que le escribo un mail diciendo que a ver si quedamos un día, antes de que los exámenes se aproximen y entonces “tenga que encerrarme en mi habitación/biblioteca a estudiar” (palabras textuales).

Todo esto eran señales que yo, como cegata que soy, no supe ver a tiempo.
Continuará….

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