Un pueblecito del pirineo aragonés. 1962. Una sala casi a oscuras, veinte pares de ojos fijos en un punto y dos corazones latiendo a la vez. Sus manos no se tocarán, sus ropas no se rozarán, ni siquiera se mirarán a los ojos más de tres segundos por si los descubren. Pero verse de reojo de cuando en cuando y sentir la presencia del otro, servirá para pasar otra semana más, hasta que Fidela y Ángel puedan volver a amarse furtivamente, al calor del capítulo semanal de El Fugitivo, en la única casa de la comarca con televisor.
Laura Marta Loriente, Zaragoza
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1 comentario:
Hala, qué ilusión ver algo que he escrito en la web!!!
Me ha comentado Elliot que lo habías posteado y he venido a verlo. Mola un montón. Creo que nunca había visto nada mío escrito así... no sé, parece ajeno, visto desde fuera.
Pero MUCHAS GRACIAS!!!!!!
Un besote,
lml
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